En
pleno centro de Madrid, tres socias que trabajaban en una agencia de
publicidad, crearon el peculiar centro de belleza Alice in Wonderland. La idea
surgió al observar estos centros como un lugar frío (primera fase del trabajo
de un Retail Coaching) y decidieron
crear algo diferente. De esta forma, hicieron un país de las maravillas para el
cuidado de la belleza, en el que al atravesar la diminuta puerta de la tienda,
todos piensan que es un sitio completamente diferente a cualquier otro. No es
nada minimalista (como el resto de centros), sino que todo está lleno de
detalles muy cuidados como antiguas butacas abuela y un mostrador de los años
20.
Es
un claro ejemplo de cuidado del punto de venta, en el que no sólo cuenta la
decoración (muy apropiada para su público) sino también la especial atención al
tener el detalle de acompañar las sesiones de belleza con té y pastas.
Con
ello, consiguen trasmitir el objetivo inicial del proyecto, plasmándolo en una identidad visual que tiene en cuenta hasta el último detalle.
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